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En respuesta a la pregunta, soltó un rugido de ira.
No es que no quisiera hablar. Más bien, sus pulmones se habían colapsado casi por completo ahora. No podía reunir la fuerza para mover sus cuerdas vocales de manera complicada. Todo lo que podía hacer era gritar. Conveniente y directo.
Como luchador, aunque tuviera que morir, moriría en el campo de batalla. En este mundo, no todo el mundo tenía la oportunidad de realizar sus sueños.
Tal vez un día, no habría más huérfanos en este mundo.
Tal vez...
Su oponente vino de nuevo.
Un pequeño alevín sin nombre, luchando a muerte en este sucio suelo, con una mirada enloquecida en sus ojos, completamente cautivado por el atractivo del dinero y la emoción.