Ai Xiaolu no esperaba esa sonrisa, una que estaba tan cómoda en su propia piel. Nació en un imperio financiero, rodeada de dinero. Las relaciones interpersonales se formaron sólo sobre la base del dinero. Y la gente así, sobre todo, anhelaba algo de confianza que estuviera libre de todo engaño. Para ella, el dinero no era la cuestión. El objetivo lo era.
—Bien, ya que dices eso, vayamos directo al grano. En cuanto a mí, me has gustado. Por eso le pedí a mi familia que hiciera esto en primer lugar. En cuanto al resto, me ocuparé de ello. Como dijiste, aunque al final no consigamos el permiso de compra, estamos bien. Si realmente lo conseguimos, por supuesto que estaremos encantados. Tal cosa es invaluable. Si conseguimos la mitad del mineral de energía de súpergravedad, será suficiente para que la familia haga algunas cosas —dijo.
Wang Zheng se rio.