De vuelta en Santo.
En realidad, ni siquiera los cinco santos que habían alcanzado el pináculo del mundo santo conocían sus orígenes. Sabían que había una Iglesia de los Santos donde se reunían los ancianos para que nadie los molestara. Parecía que todo el mundo Santo era un lugar para probar cosas.
Pero el acuerdo, sin duda, se había desarrollado tanto a nivel económico como técnico más allá de las expectativas. Al mismo tiempo, era una buena manera de descubrir las artes marciales que eran la fuerza de la humanidad. Cualquiera, independientemente de quiénes fueran, quería algo de ese poder cuando llegaban ahí.
Si alguien quería entrar en la Iglesia de los Santos e incluso dominar sus fuerzas, tenía que convertirse en el Santo Maestro. Y para eso uno no solo tenía que tener la capacidad suficiente, sino que además tenía que mostrar un liderazgo competente. Tenían que probar su valía.