En un momento de furia, Zhang Shan se levantó de un salto. Se había sacudido el efecto de las drogas con su fuerza de voluntad.
—¡Mierda, voy a pelear contigo!
Lie Xin asintió con la cabeza.
—¡Los que todavía puedan ponerse de pie, síganme!
Se pusieron de pie uno por uno. Lear y Aquiles quedaron atónitos ante esa vista. Hablando honestamente, Wang Zheng no era alguien a quien quisieran conocer mejor. Él era muy diferente en comparación con ellos. Sin embargo, sin duda era un buen oponente. Al menos durante tantos años, nunca habían conocido a alguien así. En ese punto, los dos tomaron una decisión.
—¡Lear, parece que tendremos que continuar nuestra batalla en nuestra próxima vida! —dijo Aquiles.
Podría haber elegido rendirse, pero en ese momento, simplemente no quería hacerlo.
Lear se burló.
—¿Por qué esperar hasta nuestra próxima vida? ¿Qué tal ahora? Es posible para nosotros derribar al menos uno de sus buques de guerra.
