—¡Ersu quiere comer cangrejos! —sonó la dulce voz de Li Jianyue, mientras señalaba a los grandes cangrejos rojos que estaban sobre la mesa, lamiendo su boca y mirando a Su Qianci—. Mamá, quiero comer eso.
Su Qianci sonrió y tomó un cangrejo.
—¿Dejas que papá te lo rompa?
Li Jianyue miró al cangrejo rojo mientras se le hacía agua la boca e inmediatamente asintió. Su Qianci le dio una pieza de otra comida y le indicó:
—Primero come algo más. Deja que papá te rompa el cangrejo.
Los labios de Li Sicheng se curvaron, usando sus dedos para separar las huevas de cangrejo. Con cuidado, quitando la parte no comestible, preguntó:
—¿Ersu quiere vinagre?
—¡Sí! —contestó Ersu; se lamió la boca y miró ansiosa las huevas de cangrejo rojo.
Li Sicheng lo tomó en su mano y lo sumergió en un poco de vinagre. De modo intencional, se burló de ella.
—¿Cómo me llamaste?
