De repente, Tang Qing se dio la vuelta, pero no había nadie allí. Las cejas largas de Tang Qing estaban fruncidas debido a algunas dudas.
—¿Fue una ilusión?
¡Ella sintió que alguien la estaba siguiendo!
La voz apresurada al otro lado del teléfono llegó.
—¿Qué? Señorita Tang, qué hacemos ahora; tendrá síntomas de abstinencia muy pronto. ¡Qué pasaría si sale corriendo y es arrestado!
Tang Qing parecía solemne y respondió:
—No te preocupes, ve a los lugares posibles, especialmente a la salida. Como no pudo escapar durante tantos años, no debería poder llegar muy lejos. Tienes que atraparlo.
—Sí…