Después de lo que pareció una eternidad, Li Sicheng finalmente liberó su carga cuando Su Qianci sintió que todas sus extremidades estaban flojas. Le dolió mucho. Ella se había desmayado dos veces mientras él se lo estaba haciendo. La segunda vez que se despertó, estaba en la bañera.
Li Sicheng estaba lavando su cuerpo. Su Qianci abrió los ojos y enseguida vio su mirada, misteriosa como siempre.
Al darse cuenta de que ella se había despertado, Li Sicheng se miró de nuevo, tranquilo y controlado. Al ver su cuerpo extasiado, frunció los labios y mencionó en voz baja:
—Lo siento, no pude controlarme.
Habiendo vivido durante veintiséis años, esta fue la primera vez que Li Sicheng había tenido una relación tan íntima con una mujer mientras estaba sobrio. No pudo evitar ser un poco demasiado... apasionado. Él ya había revisado su vulva, que estaba hinchada y roja, acusándolo de su imprudencia.
