Li Sicheng se sorprendió. Tang Mengying lo tomó por sorpresa. Por un momento, se había caído sobre la alfombra. Había presión sobre sus manos atadas y le dolió un poco, pero fue aún más repulsivo que Tang Mengying se aferrara a su cuerpo, con su delgada capa de camisón contra su piel.
Luego, ella tomó su rostro con ambas manos e intentó besarlo. Li Sicheng sintió náuseas y la frenó con fuerza. Al mismo tiempo, él torció su cuerpo. Entonces, la pateó y giró enseguida su cuerpo hacia el otro lado.
Tang Mengying cayó al suelo y sonrió, cautivadora, dejando que su bata permaneciera abierta. Cruzando sus dos largas piernas blancas, se veía encantadora y seductora.
—¿Por qué? ¿Por qué sigues fingiendo? Sin sexo durante tantos años; ¿no quieres hacerlo?
Si fuera Su Qianci, seguro querría hacerlo. Pero frente a Tang Mengying... Li Sicheng se levantó de la alfombra y se apoyó contra el sofá, ignorándola.