Asintiendo, Xi Xiaye se dio la vuelta para cambiarse de zapatos en el porche antes de entrar.
—Ten un poco de té.—
Cuando Zhuang Shurong vio la silueta de Xi Xiaye, su rostro que estaba tenso por la preocupación se alivió un poco.
—Gracias Madre.— Xi Xiaye se sentó en el sofá a un lado, tomó el té y tomó un simple sorbo.
Entonces se escuchó la voz ansiosa de Mu Lingshi. —Cuñada, ¿cómo está? ¿Tú y mi hermano no enviaron gente a buscarlos? ¿Cómo están las cosas ahora? ¿Los encontraste?—
Su voz ansiosa estaba mezclada con una preocupación sin fin. Mu Lingshi también conocía bien a Ah Mo. Nunca desaparecería sin una palabra. Incluso si estaba haciendo algún tipo de misión, le informaría de antemano para que la familia no se preocupara y, por supuesto, le había dicho que pronto estaría en casa.
