—¡Ah!
El sonido de un grito doloroso rasgó el aire cuando Gu Lingsha cayó al suelo de manera lamentable. Un dolor ardiente irradió de su muñeca y al instante la hizo llorar. Se mordió el labio y miró hacia abajo para ver un moretón formándose en su brazo pálido. Mientras sangraba un poco, su brazo parecía un poco siniestro debajo de la luz del porche.
Gu Lingsha no se detuvo demasiado en el dolor. Levantó la vista con sufrimiento en los ojos y miró en silencio a Qi Lei delante de ella. Ella no pudo evitar comenzar a llorar.
Qi Lei no esperaba lastimarla accidentalmente también, así que dejó de caminar y la miró, su mirada era tan indiferente como el agua quieta.
—¿Cómo podrías tener el corazón para tratarme así ahora? —ella juntó ambas manos, sus ojos azules brillaban con vulnerabilidad oculta mientras miraba a Qi Lei.