Wang Hu terminó el vaso de agua y tomó el pañuelo de seda de Xi Xiaye para limpiarse el sudor. —Ustedes dos ya están lo suficientemente ocupados. Déjennos hacer lo que podamos. No queremos aumentar su carga.
Wang Hui suspiró cuando una luz alegre llenó sus ojos. —Realmente me gustaban tanto Ah Mo como Lingshi desde que eran niños. Hay muchas cosas que no quiero recordar, pero la verdad es que su pasado es trágico. Uno perdió a sus padres desde que nació, el otro…
De repente dejó de hablar.
Xi Xiaye notó el dolor en sus ojos, por lo que puso su mano sobre la de Wang Hui. —Abuela, deja que el pasado permanezca en el pasado. No vale la pena mencionarlo ahora. Finalmente tenemos días más brillantes por delante. Será mejor que esperes que Ah Shi y Ah Mo te consigan otro bisnieto con quien jugar.