La mirada de Mu Yuchen no cambió. En cambio, lo fulminó con la mirada. Al final, sus ojos se fijaron en su dedo anular vacío.
Su Chen miró sin darse cuenta de lo que estaba mal y Li Si comenzó a reírse solo.
Mu Yuchen puso una mano sobre su frente impotente mientras decía: —Será mejor que no vuelvas tan temprano hoy. Dirígete a la Joyería Imperial Sky y elige un anillo para ella. No puedes maltratar a tu mujer, no importa cuán tacaño seas.
La cara de Su Chen se sonrojó ligeramente y tosió. —No estoy siendo tacaño. Sólo quería esperar un buen momento para elegir un anillo. ¡Maldita sea, hemos sido amigos por décadas! ¿Te parezco un hombre tacaño? —la ira era su forma de ocultar su vergüenza.
—¡Bastante! —Mu Yuchen dio una respuesta rápida.
El chofer detuvo el auto y le recordó: —Maestro Su, hemos llegado al cruce.