Su ira reprimida en los últimos meses estalló de una vez cuando Xi Xinyi le gritó.
—¡Cállate! Deberías estar contenta porque el abuelo te haya ayudado. De lo contrario, nunca habría aceptado dejar que éste niño sobreviviera. El niño nunca encontrará la felicidad de tener una madre malvada como tú. ¡Sólo se volverá tan asqueroso como tú! —Han Yifeng apretó su corbata con fuerza mientras le lanzaba una mirada fría a Xi Xinyi. Su expresión era como el cielo justo antes de una gran tormenta. Estaba oscuro y aterrador.
Sin embargo, Xi Xinyi no se inmutó. Ella sonrió después de que Han Yifeng expresara su ira. Era una sonrisa fría y amarga.
Han Yifeng no sabía que una mujer pudiera llegar a ser así. Cuanto más se revelaba gradualmente el verdadero yo de Xi Xinyi ante él, más estúpido se sentía. Durmió en la misma cama que ella durante tantos años, y no tenía idea que su hermoso rostro ocultaba una personalidad tan fea.
