Mu Yuchen arrojó el periódico a un contenedor cercano. Había una luz resplandeciente en sus ojos, aunque su expresión aún parecía tranquila. Continuó con lo que estaba haciendo antes de hablar con calma: —No le cuentes esto a tu cuñada. Observaremos lo que sucede primero.
—Pero, Maestro, si esto se sabe, podría poner a la señora en desventaja. Creará muchos rumores sobre ella y usted también. El abuelo y la abuela estarán preocupados.—respondió Ah Mo después de algunas dudas.
Mu Yuchen tomó un plato y puso un hermoso huevo frito antes de mirar a Ah Mo. —Si te sientes aburrido, he estado bastante descontento con las noticias de varias compañías recientemente. Ve y trata con ellos. Enséñales lo que deberían o no deberían decir. Ya no tienen que permanecer en la industria si no saben cuáles son las reglas.
Su tono de voz seguía siendo tranquilo como siempre, pero Ah Mo podía sentir la amargura en él.
