—¿Ridículo? ¿Alguien puede ser más ridículo que tú?
Los ojos de Han Yifeng se volvieron fríos al instante cuando la miró. —¿Cómo puedes asumir siempre que las personas pueden simplemente perdonar todas las faltas que has cometido antes? ¿Todavía crees que eres inocente?
Xi Xinyi se estremeció ligeramente bajo la aguda mirada de Han Yifeng, pero ella aún lo miraba con obstinación.
—¡Eres una persona tan cruel! ¡Nunca antes había visto a una mujer tan egoísta y perversa como tú en mi vida! ¡Me siento asqueado cuando te veo! —el tono de Han Yifeng era frío, y sus palabras picaron las orejas de Xi Xinyi como agujas heladas.
Sin embargo, él nunca entendería que cuanto más duras fueran sus palabras hacia Xi Xinyi, más fuerte sería su odio hacia Xi Xiaye.
Si no fuera por Xi Xiaye, su reputación no habría sufrido, ¡y las cosas no serían así ahora!