Su Nan miró con entusiasmo a Xi Xiaye, mientras que ella sólo le sonrió con calma. Luego, sacó el sobre rojo que Mu Yuchen había preparado y se lo entregó a Su Nan. —Nan Nan, Ruan Heng, felicitaciones. ¡Qué sean felices por siempre!
MientrasXiaye se acercaba para entregar el paquete rojo,Su Nan de repente le preguntó en voz baja: —¿Por qué tu hombre no vino contigo?
—Vine con mi madre. Él no podrá unirse a la diversión, ¡pero sí preparóéste sobre rojo!—Xi Xiaye se rio suavemente.
—¿El Maestro Mu lo preparó?—Su Nan abrió sus ojos. A ella no le importó nadae inmediatamente abrió el sobre rojo para encontrar el cheque y la tarjeta de felicitación. Al instante gritó—: ¡Seis cifras! ¡Qué generoso! Xiaye, cuando vuelvas, dile al Maestro Mu que mi respeto por él es tan infinito como lospermanentes ríos torrenciales...