Cuando regresó al auto, el hombre todavía se apoyaba cómodamente en el asiento con los ojos cerrados, descansando. Sintió débilmente que había un aire sofocante después de que ella entrara, así que abrió lentamente sus ojos para mirarla.
Su hermoso y bello rostro tenía un leve rubor mientras que su mirada parecía un poco fría e indiferente. Podía ver qué lucía deprimida y más bien enfurecida.
—¿Te hizo enojar? ¿Por qué pareces tan enojada? —la suave voz le llegó, y antes de que pudiera calmarse, ya le había entregado el termo de agua preparado en el auto. Sus oscuros ojos estaban entrelazados con una tenue dulzura.
Xi Xiaye sólo lo tomó para abrirlo y beber unos tragos antes de devolverle la botella de nuevo. Al arrancar el auto, frunció el ceño: —Estoy bien. Es sobre el orfanato. Tengo una idea que quiero compartir contigo, pero no estoy segura de si te interesaría.
—Escuchémosla—Mu Yuchen dejó a un lado el termo y respondió con calma.
