Xi Xiaye ya se había terminado de bañar y estaba acostada cuando Mu Yuchen regresó a la habitación. La luz principal en el dormitorio también estaba apagada. Sólo se dejó encendida una tenue luminosidad de la pared.
Él utilizó esta suave luz amarilla para ver la manta que sobresalía ligeramente. Entonces aceleró el paso, se acercó a ella y encendió la lámpara que estaba en el velador. Sólo después de mirarla dormir por un buen rato, él le dijo: —Mi madre y el resto prepararon la cena. ¿Quieres bajar?
—No, ya me bañé y no tengo hambre. —ella ni siquiera abrió los ojos mientras respondía, aún dormida.
Mu Yuchen tampoco la molestó más. Apagó la luz y salió de la habitación.
Xi Xiaye estaba tan aturdida en su sueño. Parecía recordar vagamente que el hombre regresó a la habitación después de un largo rato.
A la mañana siguiente, la pareja todavía estaba durmiendo cuando unos golpes que sonaron afuera los despertaron.