Xi Xiaye no estaba contento con su respuesta.
Él se rió entre dientes y la miró. —¡Me arrepentiré! Por favor, date la vuelta y mírame—.
Fue un sentimiento indescriptible. Xi Xiaye quería enojarse, pero las chispas en su cabeza se apagaron. Siempre fue así cada vez. No importa cuánto le encantaría enojarse, siempre se sentía como si estuviera golpeando una bola de algodón.
No obstante, Xi Xiaye lo miró sin decir nada.
—¿Qué son esos ojos? Realmente me disculpo.— Frunció el ceño cuando notó esa mirada infeliz de ella.
Ella no quería darle explicaciones, así que se volvió y miró por la ventana de nuevo.
Mu Yuchen tosió y la miró antes de encender el reproductor de CD. Luego, el hombre comenzó a cantar al son de la melodía, —Incluso si hay miles de canciones en el próximo día, flotarán en la carretera en la distancia. Incluso si las noches venideras están llenas de miles de estrellas, no se puede comparar con tu belleza ... —