Al final, Xi Xiaye dejó escapar una tos ya que ambos se quedaron sin palabras. Comenzaron a reír.
—Mu Yuchen, ¡siempre me estás poniendo trampas en las que caer!— Ella lo fulminó con la mirada.
Él se rió en cambio y envolvió su brazo alrededor de sus hombros. —No era mi intención, pero tú mismo te metiste en uno. Si bien tu EQ está mejorando, tu coeficiente intelectual necesita mejorar—.
—Eso es culpa tuya, ¿no? Hay un dicho que dice que un embarazo puede volver loca a una mujer durante tres años ... Hoy en día me estoy volviendo más y más olvidadiza—, se quejó infeliz.
—Es mi culpa, ¿de acuerdo?— Él sonrió y lo admitió. —Entonces, ¿por qué insistes en tener otro hijo?—
—Porque quieres una hija, ¿no?—
—¿Y si tenemos otro hijo?—
Estaba sorprendido por su razón.
—Tomaremos otro entonces ...—
—Maestro Mu ...—
...