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Al oír eso, Dongfang Liuyun no continuó. Solo bajó los ojos, tomó la botella y sirvió dos porciones más para ellos.
—Sobre el equipo, ¡gracias! —Levantó una copa para brindar por él.
Qi Lei sonrió tranquilamente mientras él también levantaba su copa y le devolvía la buena voluntad. —No te preocupes. Esos eran tuyos de todas formas. ¿Por qué llegas tan tarde hoy?
Bajó la copa antes de responder: —Estaba evaluando un tesoro con un amigo y perdí la noción del tiempo. ¿Y qué hay de ti? No te he visto mucho en línea estos días.
—No he estado de humor, —respondió Qi Lei, y algo brilló en los ojos de Dongfang Liuyun.
Recordó el reciente funeral al que habían asistido juntos y no pudo evitar suspirar. —Olvidé que eres muy amigo de ellos. Estoy seguro de que también sufres con ellos, pero la muerte de una persona es como una luz apagada. Por muy tristes que estemos, no volverán nunca, así que deberíamos cuidarnos bien y dejarles descansar en paz.
