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La residencia Mu se sentía mucho más tranquila después de la muerte de Wang Hui.
Xi Xiaye podía sentir una atmósfera sofocante que le dificultaba la respiración cuando entraba en la sala.
«¡Thud!»
El sonido de los pasos pesados provenía de la escalera, así que miró y notó a Mu Lingshi bajando. Sus ojos rojos parecían hinchados por el llanto, mientras que su expresión era pálida y parecía exhausta.
Preocupada, Xi Xiaye se acercó rápidamente y le tomó el brazo. —Te ves terrible. Tal vez no deberías moverte demasiado. Te ayudaré a volver a tu habitación para que puedas dormir un poco. Ten cuidado con el bebé que llevas dentro, ya que lo afectarás si no descansas bien.
