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Doris dejó de caminar cuando Gu Lingsha le tomó las manos. Sus ojos azules observaron inconscientemente lo que la rodeaba. Cuando su mirada pasó junto a Qi Feng, se detuvo un poco, luego se alejó y comenzó a fruncir el ceño. —¿Dónde está tu padre? —su voz era fría y había un toque de infelicidad.
—Padre tuvo que hacer un viaje de vuelta a la Ciudad B. Sólo volverá en un día o dos, ¡así que vine a buscarte con Ah Feng!
—Madre, debes estar cansada. Hemos preparado comida y bebida en casa. Hay demasiada gente alrededor. Hablemos en casa. —Qi Feng habló en el momento adecuado. Su tono no era ni servil ni prepotente.
Doris le miró fríamente. —Estoy cansada. Vayamos directamente a la mansión. —ella no hablaba con Gu Lingsha y Qi Feng. En cambio, estaba instruyendo a los guardaespaldas vestidos de negro que estaban detrás de ella mientras se alejaba.
—Madre, Ah Feng y el tío Qi prepararon una bienvenida especial...