Mu Yuchen y Xi Xiaye vieron lo que pasó.
Qi Feng cerró la botella y estudió a Qi Wei'er antes de mirarlos. ¡Xi Xiaye pudo sentir el frío en el aire incluso desde la distancia!
Afortunadamente, Qi Wei'er mejoró un poco después de un tiempo. Gu Lingsha la sostuvo en sus brazos mientras gritaba preocupada: —¡Weiwei! ¡Casi me matas del susto! ¡Tienes que tener cuidado la próxima vez! ¿Qué haré si algo te pasa?
Los ojos de Gu Lingsha se pusieron rojos cuando levantó la cabeza y miró fijamente al trío también.
—¡Es todo culpa de ellos! ¡Son ellos! —Gu Lingsha apretó los dientes y acusó con rabia.
Qi Wei'er no parecía estar muy bien. Empujó a Gu Lingsha, pero cuando vio la feroz expresión del hermoso rostro de su madre, se estremeció y retrocedió varios pasos. Sin duda, miró a Qi Feng, y luego a Mu Zirui.
Mu Yuchen no tuvo la paciencia de esperar, así que se dirigió al auto, y Mu Zirui y Xi Xiaye le siguieron. En un momento, su vehículo se fue.
