Incluso una fuerza importante sufriría al gastar una cantidad de dinero así. Nadie más que las denominadas familias milenarias podía intervenir en esa competencia.
En ese momento, casi todos dejaron de respirar. Aunque esas ofertas aparecían con menor frecuencia, sabían que esa era la parte más intensa de la subasta.
Eran los momentos culminantes.
Quienquiera que se rindiera primero perdería la invaluable Gema de Estrella.
Todos estaban concentrados en la subasta y estiraban el cuello para mirar hacia las dos habitaciones privadas, en espera de que apareciera la oferta final.
—Ocho millones quinientos mil oros. —Tras reflexionar durante un minuto, la voz de la habitación privada central arrojó un precio.
Entonces, todos vieron como Hanson Charlotte salía de la habitación privada del noreste con una expresión tranquila. Levantó uno de sus dedos y dijo:
—Diez millones de oros. Oferto diez millones en nombre de la familia Charlotte.