Al instante, todos parecieron haber desaparecido de la caverna. Su olor, maná y aura de vitalidad quedaron encerrados en la abolladura. Además, observada desde el exterior, la membrana verde de luz se veía exactamente igual a la pared de roca, sin ningún defecto.
El brujo gigante de roca pegó una de sus manos a la membrana de luz verde. Desde su mano, un poder mágico especial se extendía y sostenía el hechizo.
Una docena de segundos después, la docena de canales a los que estaba conectada la caverna estaban casi explotando. De cada canal surgía una enorme cantidad de insectos carmesí gigantes. Esos insectos parecían hormigas, pero medían más de tres metros de largo y tenían extremidades anteriores que parecían guadañas. Tenían al menos 100 dientes afilados en la boca.