Para Rhode, lo impredecible del destino era demasiado. No creía ni negaba la existencia del destino. Incluso en la Tierra, donde la tecnología dominaba a todos los humanos, que seguían ignorando si existía la suerte y el destino. Todo eso no tenía sentido para él, porque para él, si el destino pudiera traerle jóvenes damas una tras otra, nunca se resistiría a ello. Pero a su vez, si el destino le quitaba a las señoritas, entonces se resistiría hasta el final.