Gracier y Madaras no reaccionaron como si hubieran sido sorprendidas por el ataque de Dale. En ese momento, estaban atadas por el aire semicongelado como marionetas temblorosas. Dale no tenía intenciones de dejar pasar esa oportunidad. En un instante, Dale cortó su espada hacia delante.
Pero su espada no pudo alcanzarlas porque estaba a unos dos metros de ellas. La multitud estaba desconcertada de por qué Dale no aprovechó la oportunidad de sellar el trato y en su lugar cortó su espada en el acto de manera ridícula. Pero, él respondió a sus dudas poco después.
Junto con su ataque fallido, el aire a su alrededor se convirtió en olas. Su golpe de espada fue como si fuese un guijarro que cayó en el estanque, extendiéndose visiblemente, claro y ondulante aire desde el centro. Fuertes vientos amenazadores se levantaron del suelo.