—¡Sr. Rhode! ¡Sr. Rhode!
—Argh... —Después de un rato, Rhode recuperó el conocimiento y los gritos de Lapis le dieron un enorme dolor de cabeza. Se sintió impotente y sentía que le habían taladrado el cerebro.
Abrió los ojos lentamente y vio la pálida cara de Lapis. La frente de la joven estaba llena de sudor y suspiró del alivio.
—Señor, colapsó muy rápido y no supe qué hacer. Habría ido a buscado ayuda con la Srta. Marlene y los demás si no hubiera despertado.
—¿Cuánto... cuánto tiempo he estado inconsciente?
—Solo unos minutos, Sr. Rhode. Afortunadamente, no se golpeó con nada al caer.
Rhode recordó el desastre que había en el suelo del taller y creyó tener una suerte increíble de no haberse golpeado la cabeza con nada...
«Pero, ¿por qué me desmayé tan repentinamente?Cierto, vine al taller a revisar las dagas gemelas y... hubo un estallido escarlata cuando las toqué...»