Parte alta de la ciudad, Jardín Mágico.
La pesada puerta marrón se abrió y le reveló un camino a la joven. El resplandor mágico se extendió a lo largo de la alfombra roja y eliminó toda la oscuridad. Marlene observó en silencio todo lo que estaba delante de ella hasta que el resplandor mágico llegó a su fin. Entonces volvió la cabeza, agarrando su bastón y caminando hacia adelante.
Una humilde sirvienta mágica con una cara hecha de runas emergió a su lado. Se inclinó un poco y siguió a Marlene de cerca.
—¿Cómo está papá?
—Todo está bien, Srta. Senia.
La criada respondió suavemente. Mantuvo un ritmo que le permitía estar separada de Marlene.
—El maestro siempre ha estado saludable, así que no hay problemas.
—¿Hay algo que tenga que ver conmigo?