Cuando Rhode tocó la brillante carta roja, unas llamas calientes surgieron como una ola. Se extendieron por los alrededores y rápidamente envolvieron la habitación. De repente sonó una explosión y el fuego salió por la ventana. En pocos segundos, la habitación entera había cambiado por completo.
Cuando el fuego se dispersó, Gillian apareció delante de Rhode.
—Maestro, ¡tiempo sin verlo!
La chica movió las manos. Al mismo tiempo, agitaba sus orejas y cola. Su hermosa cara reveló una sonrisa cálida. Cualquier hombre que la viera ahora quedaría infatuado. Pero la cara de Rhode se quedó tan inexpresiva como siempre. Solo movió la mano para deshacerse del humo que tenía delante.
Todo salió bien.
