A juzgar por sus expresiones, parecía que todo el mundo estaba ansioso por cotillear. Era como si se preocuparan más por ese problema que por la vida y la muerte de su propio grupo mercenario.
El hombre que estaba sentado sin emoción alguna, de inmediato miró al viejo presidente con entusiasmo.
En el lado opuesto, Rhode estaba sentado perezosamente en su silla. Por su expresión relajada, parecía que ni siquiera ponía atención al viejo presidente.
«¡Ese niño apestoso!»
El viejo presidente casi dejó escapar su disgusto verbalmente. Pensaba que Rhode al menos se preocuparía por los asuntos relacionados con su grupo mercenario y quería borrar esa mirada plácida de su hermoso rostro inexpresivo. Pero al contrario, lo hizo enojar.
«¡Aún tenemos tiempo de sobra para resolver esto más tarde, niño!»
El viejo presidente miró de forma feroz a Rhode, pero reprimió su ira y continuó su discurso.