«Kacha».
Gabe colocó el cristal negro sobre la pizarra vacía. Un ritual hexagonal apareció y brilló débilmente sobre él. Retrajo su mano, mirando el ritual con satisfacción. Se volvió hacia sus adorables alumnos. O quizás, a sus adorables exalumnos.
—Qué desperdicio de este semillero...
Gabe miró hoscamente el cadáver descompuesto de Stewart, cuya boca se había vuelto tan larga como la de un cocodrilo que se divide en cuatro por la abertura y revela varias lenguas con forma de tentáculos. Gabe tenía grandes esperanzas en él y creía que podría convertirse en el siguiente semillero después de reencarnar. Pero no esperaba que la batalla anterior paralizara a su aprendiz favorito. A pesar de que Chicle Miniatura no tenía intención de matar a Stewart, todo su cuerpo ya estaba completamente sonrojado por su energía sagrada. Gabe no tuvo más remedio que convertirlo en un producto de sacrificio del diablo de clase baja.
«Ya era hora».