—En otras palabras, ¿el Ejército Azul Pálido perdió?
—Sí, Su Majestad.
Aunque la voz infantil de Lilian sonaba severa, no podía ocultar la alegría dentro de ella. Se sentó en el trono y aunque su expresión no revelaba sus pensamientos, era evidente por las esquinas ligeramente enrolladas de su boca que estaba encantada. Estaba totalmente bien con la pérdida de su ejército mientras Sonia estaba a su lado y mostraba una amarga sonrisa.