—Buenos días, Su Alteza.
Sonia abrió la puerta y vio a la pequeña figura en pijama sentada junto a la ventana del dormitorio. Lilian, que estaba algo aburrida, reveló una suave sonrisa y le hizo un gesto a Sonia.
—¿No está hoy por aquí la Sra. Serene?
Sonia cerró la puerta tras ella y se acercó a Lilian. Miró a su alrededor y no encontró al Arcángel Serene en ninguna parte de la habitación. De hecho, Sonia sabía la respuesta incluso sin mirar porque Lilian definitivamente no habría usado su pijama para verla. Si fueran otros los que visitaran a Lilian, la niña seguramente estaría en guardia. Pero después de días de compañía, Lilian trató a Sonia como una sirvienta personal y amiga, así que no fue muy particular al respecto.
Lilian asintió.
—Sí, Serene no está hoy por aquí. Tiene algo que atender.
—Ya veo... —murmuró Sonia en voz baja. Pero, en el fondo, estaba llena de sospechas.
«Qué extraño».
