—Maestro, el demonio de hielo se despertó.
Rhode bloqueó el ataque de otra criatura de hielo y escuchó la voz monótona de Agatha. Como seres que vivían en el plano existencial del elemento del agua, los Espíritus del Océano tenían un método único para detectar al demonio de hielo. Aunque Agatha le informó a Rhode de la llegada del demonio, su voz indiferente sonó como si no fuera un jefe el que venía por ellos. En cambio, se sintió como si ella le hubiese preparado el desayuno y lo llamaba para decirle que estaba listo.
De hecho, incluso sin el recordatorio de Agatha, Rhode también había sentido una corriente de aire extremadamente fría surgiendo de debajo de sus pies con su poder y sus agudos sentidos. La fría corriente de aire era tan intensa que una niebla de hielo blanco había penetrado hasta la superficie.
—Todos, retrocedan. ¡Prepárense para la batalla!—ordenó Rhode, y los mercenarios se dispersaron a toda prisa.
