A la mañana siguiente, Rhode fue con Emily a la mina de plata, operada por la Asociación Comercial Edward. Ella le había contado que su padre, el presidente de la asociación, lo recibiría personalmente y hablaría con él sobre el negocio. Rhode no estaba sorprendido por este arreglo. A pesar de que su disfraz era sobresaliente y su origen del País de la Luz eran muy convenientes, los comerciantes siempre serían comerciantesy, sin importar lo profanos que fueran, la creación de dinero era su principal prioridad. Si Rhode no revelaba suficiente sinceridad y actitud, no engañaría a la Asociación Comercial Edward.
—Esa es la mina que controlamos, Srta. Seren. —Emily la señaló con deleite y Rhode asintió con la cabeza. Entrecerró los ojos y se volteó hacia donde ella había señalado. Se veía exactamente igual como la recordaba. Nada había cambiado.
—Es una pena que la Srta. Celestina se sienta mal y no pueda venir con nosotros en este viaje...