La joven estaba sentadaen los escalones tocando la cítaraelegantemente con sus delicadas y delgadas manos. Junto con sus movimientos, la hermosa melodía resonó en el cuartoy, en un instante, se sintió como si el mundo entero se hubiese llenado de esa melodía meliflua. Los pájaros en las ramas junto a la ventana admiraban los maravillosos acordes silenciosamente.