El Megadrilo Gigante chilló y cayó al suelo fuertemente. Viktor envainó su espada y suspiró aliviado. Se arregló el cabello y se quitó el sucio polvo de su ropa. Aunque el Megadrilo era poderoso, no fue rival para ese maestro espadachín. Además, con la ayuda de Marlene y las otras jóvenes, terminaron con su vida aún más rápido.
«Parece que el presidente llegó a su destino a salvo y completamos nuestra misión. ¿Ahora qué?»
—Sr. Viktor—lo llamó Marlene, y este se dio vuelta con una sonrisa amistosa.
—¿Qué sucede, Srta. Marlene?
—Tengo algo importante que decirle, Sr. Viktor—contestó la maga con una mirada vacilante. Reflexionó durante un momento y continuó—:Rhode tiene una pregunta importante para usted. Espera que nos diga la verdad.
—¿Eh?