—Uff…
Marlene recuperó su calma habitual cuando se acercó al final del pasillo y miró por la ventana para ver las calles que estaban tan animadas como siempre.
Meneó la cabeza mientras bajaba por las escaleras y fue recibida por una voz distante.
—Buenas tardes, Señora Marlene.
—Ah… Buenas tardes…
Marlene se dio vuelta, pero tan pronto como vio ala dueña de esa voz, se quedó boquiabierta.
Sí, era Agatha, aunque parecía un poco extraña. La joven sostenía un trapo y parecía que había estado limpiando las ventanas a lo largo del pasillo. Además, los tres tentáculos en la parte inferior de su cuerpo se movían de un lado a otro, barriendo el polvo del suelo, mientras que los delgados tentáculos en su cabello acomodaban las pinturas que colgaban de la pared.
—¿Puedo ayudarle en algo?