Cinco días después, Rhode resolvió de manera concluyente todos los asuntos del fuerte y puso todo en orden. Ahora era julio, y finalmente se embarcó en su viaje a las ruinas de la Meseta Castel. Aunque la partida era inminente, Rhode se sintió aliviado de que las operaciones del fuerte estuvieran yendo por buen camino gracias al arduo trabajo de todos, y a que los asuntos que él debía manejar personalmente hubieran disminuido de forma significativa. Todos empezaban a familiarizarse con sus deberes dentro del fuerte, e incluso Canario había comenzado a realizar sus deberes gradualmente. Aunque su trabajo no era mucho y tenía experiencias como vicelíder, Rhode no tenía intenciones de darle mucha autoridad. No era porque Rhode dudara de su lealtad, sino porque en principio Canario no era una humana viva, por lo que no sería adecuada. Al final, Rhode decidió cederle la toma de decisiones a Marlene.