Una tenue luz brillaba sobre el antiguo vestíbulo. Las llamas de las velas temblaban ligeramente bajo las corrientes de aire; y ni siquiera las sombras en la pared podían dejar de temblar. Una enorme prisión hecha de huesos blancos podía verse bajo la luz del fuego.
Aparte de la reflexión del aterrador círculo del ritual dibujado en sangre, decenas de hombres y mujeres demacrados se aferraban entre sí para apoyarse en la prisión de huesos. Sus caras estaban manchadas de barro y sus ojos revelaban un miedo incontrolable. Aunque eran los mejores cazadores del bosque, igual terminaron como unas cabras esperando para ser sacrificadas. Se estremecían en la oscuridad con una tez pálida y expresiones preocupadas.
Seres feos e inferiores.