La colisión resonó en toda la arena.
El escudo golpeó su pecho, destrozándole la piel y perforándola despiadadamente.
Anne se estremeció.
Pero dio un paso hacia adelante para mantenerse de pie. Luego, se enderezó.
Rosen frunció el ceño y retrajo su escudo usando las cadenas de acero.
Pero lo que lo dejó desconcertado fue que en el instante en que su escudo volvió a su mano, sintió que lo empujaba una enorme fuerza. El escudo también temblaba sin parar e incluso sintió que su mano izquierda estaba entumecida.
«¿Es tan poderosa?»
Rosen la miró de arriba abajo dubitativamente. Aunque estaba agotado por tantos combates consecutivos, no creía ser más débil que una joven en términos de fuerza individual, pero su último contraataque le dejó la mano entumecida.
