Rhode reaccionó rápido. Había estado esperando que Carody mordiese el anzuelo desde que detectó que lo seguía. Ahora que finalmente tenía una oportunidad, ¿cómo podría dejarla escapar?
La helada Espada Carmesí llegó a la garganta de Carody y, si se le acercaba solo unos centímetros más, sería suficiente para hacerlo sangrar.
Sin embargo, Carody la esquivó. Rhode no se sorprendió de sus ágiles reflejos. De hecho, estaba preparado.
—¡Celia! ¡Celestina!
Un resplandor deslumbrante blanco y negro surgió junto con su invocación. El ángel guerrero agitó sus elegantes alas y descendió desde lo alto con una espada blanca y plateada en la mano que emitía un resplandor sagrado. La oscuridad en la habitación descendió instantáneamente como la marea y expuso a Carody por completo. Levantó la cabeza con desesperación y mostró una expresión de terror.
«¿Un ángel guerrero?»