—La situación ha cambiado.
Un hombre que se escondía en las profundidades del bosque frunció el ceño mientras miraba desde lejos las colinas en llamas. Tenía puesta una túnica de piel de leopardo. Estaba agachado entre los arbustos, escondido como una bestia salvaje lista para atacar a su presa.
—El Oso Pardo aún no ha regresado. De acuerdo al plan, debería haberse reunido aquí con nosotros.
—¿Le habrá pasado algo?
A su lado, se puso de pie una mujer desnuda, que solo cubría las partes de su cuerpo con conchas de mar. Llevaba una capa de plumas que se movía a la deriva con el viento fresco de la noche. Parecía no sentir nada de frío.
—Nuestro amigo no ha regresado.