—¡Aaahh!
Un repentino grito agudo hizo que los mercenarios entraran en pánico. Rápidamente volvieron la cabeza para mirarse unos a otros, buscandoa la pobre alma que encontró su muerte. Pero luegode un tiempo, para su sorpresa, los mercenarios descubrieron que ninguno de ellos había desaparecido.
Entonces, ¿de dónde salió ese grito?
Empezaron a inspeccionar sus alrededores con cautela. Rhode frunció el ceño y dirigió su atención a las pequeñas residencias cercanas de los aldeanos.
Les servían de recordatorio que había otras personas alrededor. El pueblo que antes había caído en la oscuridad y el silencio, había despertado repentinamente. En la fría noche se podían escuchar vagamente una mezcla de llantos de dolor, gritos agudos, gruñidos de enojo y lamentos. Eso confundió aún más a los mercenarios. Miraron hacia Rhode, sin saber qué hacer a continuación. En ese momento, incluso un idiota reconocería que los no muertos estaban atacando a los aldeanos.