Frente a Canario, Rhode se quedó sin palabras. Si era posible, deseaba no decir nada y atravesar la situación con un simple «ja, ja». Sabía que estaría cortejando el desastre si mencionaba a otra mujer ante ella, sin mencionar a varias de ellas...
Pero Rhode también era consciente de que Canario no era irrazonable ni se burlaba de él a propósito y por celos. Por el contrario, sentía rastros de incertidumbre detrás de esas palabras suyas. Era solo una joven que transmigró a ese mundo para estar con un hombre que amaba y aun así, tuvo que enfrentarse a otras mujeres que estaban en una situación similar a la suya. Ese era un asunto molesto y espinoso para Canario, lo que explicaba por qué no podía contener la ansiedad y hacerle tales preguntas a Rhode. Después de todo, comparado con una nativa como Marlene, Canario era más bien una forastera a la que le era imposible no tener sus propias ideas y puntos de vista sobre la situación.