—Oh, Señor...
Frente a Lydia, no solo los soldados estaban aturdidos, sino que los soldados en la sala de control que observaban la situación a través de las cámaras de vigilancia abrieron los ojos impotentes. Aunque presenciaron la escena a través de las pantallas, sintieron la formidable y santa energía que emanaba de Lydia. El título de un arcángel no era solo tranquilizador para los oídos. Se sentía tan sagrado y opresivo al mismo tiempo que nadie se atrevía a decir una palabra. Algunos de los soldados incluso se habían arrodillado en el suelo, mirando la hermosa imagen con ojos piadosos y diciendo sus oraciones. Mirando esa escena, el supervisor se estremeció. Después de volver a sus sentidos, se apresuró a seguir adelante y ordenó a los soldados.
—¿Qué están haciendo todos ustedes? ¡Fuego! ¡Fuego!
Aunque no sabía si la joven era realmente un ángel, su aparición en ese lugar no fue ventajosa para ellos. ¡En ese momento, ya no podía creer en la religión!