William no esperaba que Arathor creara tal giro de eventos, justo cuando pensaba que la subasta iba a llegar a un cierre perfecto. Estaba echando humo más allá de las palabras, tanto que incluso su barba comenzó a temblar. Sin embargo, Arathor seguía siendo el castellano de la Ciudad de Roland, después de todo, y William no podía regañarle con dureza. Aunque William no quisiera involucrarse, todavía necesitaba que el Mago Felic lo ayudara a inventar las pociones, basadas en las fórmulas de la Edad Oscura, que le había dado a este último hace unos días. Además, él fue quien invitó al Mago Felic a la subasta, y tanto él como Arathor serían responsables si algo salía mal.