—Joder... —la visión de ese objeto sorprendió a Hoffman. Lo miró durante un buen rato. —Viejo amigo, ¿cómo puedes sacar esto así? ¿No tienes miedo de que Rosario se enfade contigo?
Aunque ambos eran Maestros Farmacéuticos, eran muy cercanos entre ellos. Por lo tanto, eran muy directos entre sí y a Englos tampoco le importaba que le llamara así. Le devolvió la sonrisa a Hoffman.
Rina que estaba a un lado, sin embargo, no podía soportar esa actitud. —Sr. Hoffman, por favor, cuide su lenguaje, —dijo la bella Paladín con el ceño fruncido.
—... —Hoffman ya sabía que él no era educado. Sin embargo, al ser un hombre duro de roer, sólo se frotó la nariz con torpeza.
—Rina, está bien. Puedes irte... —Englos trató de ayudar a aliviar la situación. —Este tipo gordo y bocazas es así. Ahora que me he burlado de él, es normal que se enfade conmigo...